jueves, 25 de diciembre de 2008

¿Quién vendrá después de mí?

La vida es una cosa fascinante. Estar vivo es como ser un pájaro. Algunas veces volaremos más alto que otras, pero siempre la gravedad nos recordará que existe y que es ella la que manda. Algunas veces será un ligero golpe, otras un aterrizaje forzoso, pero unas pocas, dejaremos un hueco en el suelo producto del impacto.
Si yo fuese un ave, sería probablemente un águila. Astuto, calculador y sobre todo buen observador. Como todos, nunca podré ser todo el tiempo un águila astuta, muchas veces caeré. Hace unos meses fui el águila más idiota del planeta, una que pensó que era halcón. Volé pues muy alto, di la vuelta y caí rauda a atrapar mi presa. Nunca me detuve a pensar que un águila nunca será un halcón peregrino, pues no está diseñada para eso. En vez de atrapar una presa, acabé moribundo en un hueco en la tierra producto del ENORME e idiota error que cometí.
Hoy, contrariamente a lo que muchos hacen, que es retomar el vuelo, seguir con sus vidas y olvidar el asunto, decidí hacer que mi error cuente. Decidí no olvidarlo, sino más bien tenerlo presente todo el tiempo, como gran recordatorio del gran grado de idiotez que puede alcanzar el ser humano.
Paso mucho de mi tiempo llamando idiota a prácticamente todo el mundo. Para meterle algo de sinceridad al asunto, la mayoría del tiempo es en mi blog y me he dado cuenta, aunque no es que me importe, que soy tan conchudo que nunca les doy una “lección” así que aquí les va.
Probablemente todos sepan de mis líos con Vanessa y Jennifer, si no los saben, pueden leer mis artículos anteriores, los que he decidido dejar publicados como testimonio a la capacidad humana para ser idiota. Antes de que alguien quiera meterme a la cárcel, sacarme el ancho, acuchillarme, ponerle una bomba a mi water, balear mi auto, envenenarme o mandarme un grupo de pirañas de Lurigancho a hacer su trabajo sucio, déjenme decirles dos cosas. La primera, el punto de este artículo es analizar la situación y los errores cometidos por todas las partes (no es de sorprender que mi lista sea mucho mas grande que la de ellas) El que crea que los errores son de 1 es un tremendo idiota. Lo segundo es que, previo a su publicación, este artículo fue enviado tanto a Jennifer como a Vanessa para que den su visto bueno y aprueben su publicación (no se acostumbren, primera y última vez que planeo hacer eso).
En fin, todo empezó hace como 1 año. Llegué a una estúpida conclusión: Les hacía más daño a Vanessa y a Jennifer como amigo que como cualquier otra cosa. La pregunta lógica es ¿Cómo se llega a esa tan extrema conclusión? Bueno para responder debo contar un poco de la relación. En esos momentos Jennifer y yo teníamos una amistad muy trabada, no puedo decir que peleábamos porque una pelea requiere de 2 personas. Ella solía molestarse mucho conmigo, la mayoría sin razón visible desde mi punto de vista. Obviamente, nadie puede vivir bien molestándose todo el tiempo con alguien. Por el otro lado, estaba Vanessa. Quien tenía el problema de que su mejor amigo esté enamorado de su hermana. No es una posición muy cómoda cuando acabas entre la espada y la pared.
Pase entonces a buscar una forma de alejarme. Era claro idiotas, que no podía simplemente alejarme. Tenía que hacer lo que Cortéz con sus hombres: tenía que quemar los barcos. Una excelente metáfora como esa requerirá una explicación para los idiotas. Tenía que hacer que no pueda volver aunque yo quiera. Aparte de eso, tenía que hacerlo de una forma que no las hiera o en última instancia las hiera lo menos posible. Pensé entonces en hacer que Jennifer me odie. De esa forma, yo no podría volver aunque quisiera, ella saldría herida un tiempo, pero no a la larga. La belleza del asunto radicaba en que no te puede doler algo que no te importa y no te puede importar algo (o alguien) que odias. ¿Pero cómo hacer con Vanessa? Ella sin duda era el vínculo y el problema, tenía que cortarlo. ¿Cómo hacer que una persona que está acostumbrada a ver a través mío no lo haga? Ahí la respuesta era: tenía que nublar su vista. Tenía que nublar su juicio, hacerla incapaz de ver lo que yo tramaba. ¿Cómo hacer esto? La respuesta fue de nuevo el odio. El odio es un sentimiento capaz de nublar el mejor juicio, evitarnos hacer pensar y es una excelente forma de no ser descubierto. ¿Cómo hacer que Vanessa odie a su mejor amigo? Recurrí entonces a mi conocimiento de ella. Se suele volver una fiera cuando se trata de proteger a su familia. Una fiera es eso, un ser con una gran capacidad de defender, de luchar, de herir, pero no con una gran capacidad de pensar. Sabía entonces, que si quería salirme con la mía, tenía que atacar a Jennifer y lo de Vanessa vendría solo. Como una buena persona calculadora, utilicé un refuerzo, algo con lo que podría estar 100% seguro de que Vanessa acabaría odiándome.
¿Cómo hacer entonces que Jennifer me odie? La respuesta vino fácil, tenía que atacarla en las 3 cosas que, como buena chica de 15 años, eran las que más le importaban. Primero el “qué dirán”, segundo su fiesta de 15 y tercero su fiesta de Pre Pre Prom. Las 3 cosas más importantes en la vida de una quinceañera.
Así lo hice. Le mandé un correo con las peores cosas que se me pudieron ocurrir sobre las fiestas, cosas que obviamente afectarían el “qué dirán”. Todo salió según lo planeado. Jennifer me odiaba, pero había un pequeño problema: sabía que no le iba a contar a Vanessa. Estaba tan seguro de eso que simplemente le mande forwards de todos esos correos a Vanessa. Poco tiempo después, ella salió en defensa de su hermana. Procedí a usar el mencionado refuerzo, pues le hice creer que lo que hice fue un acto netamente egoísta, cosa que sé ella odia. Estoy seguro que acabó por lo menos bastante molesta conmigo, sino es que odiándome, aunque lo niegue. Llamemos a esto el “episodio 1”.
Como en todos los planes, por muy buenos que sean, siempre sale algo mal. En esta ocasión fui yo. No conté con que a pesar de saber que me iba a ir muy mal, que me iba a deprimir y todo lo que vino después antes de empezar el episodio 1, nunca pensé que terminaría arrepintiéndome, pero terminé haciéndolo. Traté de disculparme, de solucionar todo. No es de sorprender que no haya podido, el daño fue grande. Le siguió un artículo aquí llamado “Sweet child o’ mine”, y la intromisión de un “amigo” de Jennifer. Siguieron ataques por mi parte, artículos, cada uno peor que el otro un ataque tras otro, tenía sed de sangre. Fueron publicados todos los mails entre yo y Vanessa así como los entre yo y Jennifer en esos artículos.
Habiendo explicado ya la situación, hablemos de los errores. Aunque mis errores son mayores en cantidad, empiezo a creer que los de ellas son más cruciales. Empecemos con los de Vanessa.
Su único error fue rendirse y retroceder. Luego de decirme lo peor que se le ocurrió y ver que no tenía efecto en mi, en lugar de apretar más la soga, me dejó libre para hacer lo que yo quiera y “matara” a gusto. Debió darse cuenta que un animal sanguinario se va a detener si encuentra uno más grande y más malo en su camino. Quizá no le nació hacerlo, no lo sé.
Con respecto a Jennifer, su peor error fue dejar que su amigo el “anónimo” no sólo se involucre, sino permitirle continuar con su intromisión. La razón de esto fue que, luego de ver lo que decía el anónimo, estar tras una pantalla de desconocimiento (pues hacía como 6 meses que ni hablábamos ni nos veíamos) y finalmente no ver a Jennifer negar nada de lo que él dijo (claro que no la culpo, estaba molesta y cualquier persona inteligente aprovecharía esto para hacer daño), entré en “def com 3”. Este estado, tan bien conocido en Estados Unidos, involucra que me sentí atacado y herido. Ya no se trataba de ella, sino de lo que ella, en mi mente, me había “hecho”. Dejé de pensar por completo. Empecé a ver lo que quise ver. Empecé a ver motivos para hacer daño. Cada palabra, frase que él o ella decían era más que suficiente motivo para atacarla con eso. Tuve razón y ahora lo rectifico. El tan IDIOTA E IMBECIL de “anónimo” fue a curar una enfermedad y usó un tratamiento que fue peor que la enfermedad. El imbécil nunca midió las consecuencias de sus actos y la que terminó “pagando pato” fue Jennifer. Más le vale que nunca averigüe quien es, pues si lo hago voy a pintar la acera y paredes con su sangre (eso no fue una metáfora). Si yo fuera tu Jennifer, mandaría a rodar a ese huevón por bestia.
Su segundo error fue no hacerse respetar. En todo este asunto nunca la vi atacándome, jamás la vi siquiera un insulto contundente. Debió insultarme, hacerse respetar. Supongo que es demasiado buena persona para hacer eso.
En tercer lugar, puso su orgullo sobre su bienestar. En un momento antes que yo entre en el mencionado “Def com 3”, le ofrecí ayudarla a solucionar sus problemas para luego desaparecer totalmente de su vida. No aceptó. Quizá aceptar hubiera evitado todo esto.
En último lugar, se escudó del mundo. No me dejó ver como se sentía. Esto me llevó a especulas sobre si estaba bien o molesta, lo cual esta mala interpretación a la larga llevó a lo peor del asunto.
Con respecto a mi, la lista es MUCHO más grande. En primer lugar, mi primer error fue haber llegado a la estúpida conclusión que generó el “Episodio 1” en primer lugar. Se suponía que como psicólogo, o proyecto de este y como persona madura debía mantenerme en control y pensar rigurosamente todo antes de actuar. En esa ocasión fallé.
En segundo lugar, cuando intenté arreglar las cosas entre los episodios 1 y 2, nunca tomé en cuenta el resultado del Episodio I y su efecto en Jennifer, es decir no fui empático. Para terminar de empeorar las cosas, quizá si hubiera pensado que Jennifer seguía molesta y que tenía todas las razones para mentir (hacerme daño) y no negar lo que el imbécil de su amigo decía, nunca hubiera entrado en “Def com 3”
En tercer lugar, para terminar de empeorar las cosas, no solo no fui empático sino que esperé que ellas piensen y razonen como yo, cosa que nunca debí hacer por ser tanto ridícula como estúpida.
En cuarto lugar, fui necio o terco (para variar). Fui soberbio y creí tener la razón. Jamás me detuve a oir a las personas que, estando fuera del asunto, lo veían mejor y no tenían los sentimientos para interferir en su juicio.
En sexto lugar (ser necio y soberbio son 2 diferentes) de nuevo, para variar, fui totalmente impulsivo. No me detuve a pensar 1 segundo después de entrar en “Def com 3”. En ese punto solo se trataba de hacer daño y hacerlas “pagar”, nunca se trató de pensar en absoluto.
Así concluye este paseo por mi mente. Sólo me queda reiterar de nuevo mis más sinceras disculpas a TODO aquel que fue afectado por este asunto, como Jennifer, Vanessa y algunos familiares de ellas. Quiero que este asunto quede como un recordatorio de lo idiotas que como seres humanos podemos llegar a ser. Si algún día ellas y yo arreglamos nuestra relación, solo el tiempo lo dirá. Actualmente, por mi parte resulta totalmente imposible. Por motivos que desconozco, soy totalmente incapaz de sentir algo por ellas. No puedo sentir odio, amor, cariño, resentimiento, absolutamente nada. Sólo me queda preguntarme ¿quién vendrá después de mí para cuidarlas?