sábado, 17 de julio de 2010

Maestro

Tengo que empezar por decir que el título de este artículo tiene por único fin aumentar mi ya tremendamente inflado ego. Tengo ciertas esperanzas de que los comentarios digan algo parecido a “maeeestro carpincho”. Obviamente, si van a comentar eso, coméntenlo porque es su opinión, no por ser “chupamedias”. En este artículo los voy a meter a mi cabeza. Van a ver el mundo como lo veo yo, van a, con suerte, aprender a pensar como deberían.
Es hora ya de que los seres humanos nos dejemos de huevadas. Es hora de que las ruedas de la historia cambien de dirección. Es hora de que los seres humanos empiecen a utilizar ese don que la mayoría tiene atrofiado: su humanidad. Yo creo que no por tener padres humanos o pertenecer a la especie humana usamos nuestra humanidad y pretendo probarlo. Pero empecemos con lo importante, nuestro deber. Somos la especie dominante del planeta, somos los más inteligentes, o al menos eso es lo que se sabe. El punto es que, aunque a muchos les vaya a pesar, esto viene con una responsabilidad, pero este tema voy a tocarlo más adelante.
Hay que empezar por preguntarnos (vayan practicando para que des-atrofien su capacidad de pensar, idiotas) ¿Qué nos hace humanos? ¿Es acaso nuestra genética? He sabido de casos donde lobos o chimpancés son más “humanos” que muchos sujetos de padres pertenecientes a la especie humana. ¿Qué es entonces? Son una pequeña lista de atributos, los 4 más importantes: La lógica, la racionalización, la ética y la humildad. Es hora ya de que los seres humanos empiecen a pensar en base a esas 4 cosas. Aunque claro, es muy optimista pensar que lo que muchos seres humanos hacen en la actualidad, sea pensar.

Lección 1: Reglas básicas de la condición humana

1. Todo el mundo miente
2. Todo lo que hacemos está dictado por un motivo
3. Todo el mundo se equivoca
4. Toda acción, de una u otra manera o trae un beneficio para uno mismo o evita un daño.
5. Los sentimientos siempre afectarán nuestra efectividad para pensar (en aquellos que claro, piensan)

Hace aproximadamente 2 meses, Jennifer me habló por Messenger. Siempre he pensado que bloquear a alguien que no hace algo que te incomode es simplemente idiota, por lo que no suelo bloquear a las personas salvo que sean tan insistentes que empiezan a molestarme. En fin, ese hecho me recordó otro.
Hace 5 o 6 años, mi mejor amiga se llamaba Antonella. Ella estuvo en “jileos” (entiéndase coqueteos) con un chico. Por un motivo que no recuerdo, todo se fue “al tacho” entre ellos. Lo que si recuerdo es que no fue por decisión de ella, fue un factor externo o decisión del chico. Poco tiempo después (menos de 1 mes) un chico que se llama Rodrigo, le dijo que le gustaba. A ella le empezó a gustar y bueno estuvieron de enamorados. El punto es que yo le dije que dadas las circunstancias, no era un amor o un gusto que se hubiera dado naturalmente sino más bien un fenómeno causado por la natural necesidad humana de no deprimirse, no sentirse solo y vivir una vida cuanto menos “aceptable”. Este hecho implica más de lo que se ve a simple vista. Una persona puede estar indefinidamente sin enamorado o enamorada. Que no te guste nadie en mucho tiempo, es otra historia totalmente diferente. Algunas personas, especialmente mujeres, deciden ignorar este “llamado” psicológico (que claro, tiene su razón de ser evolutiva) y ponen su profesión, carrera, trabajo o lo que fuese primero, pero no duran mucho. Lo cierto es que en los casos como este, donde hay una decepción amorosa de por medio, no es un amor que se hubiera dado en circunstancias normales. En fin, como Antonella no me daba la más mínima señal de haber entendido mi punto, me volví bastante insistente. He ahí el error de mi parte. Antonella pudo pensar o sentir cualquier cosa, pero todo eso es subjetivo, lo que si nunca dio señal es de haberse tomado 5 minutos para pensar en el asunto basándose en lo que yo le decía. Al poco tiempo, ella marcó distancia. Por mi parte, yo traté y traté de arreglar las cosas, pero a Antonella parecía no importarle en lo más mínimo los 3 o 4 años de mejores amigos que tuvimos. Estuve un poco deprimido (no al punto de mi última depresión) por unas cuantas semanas. Ya por ese entonces había aparecido Mumi en mi vida y se disputaba el puesto de mi mejor amiga con Antonella. Esta disputa, Mumi la hubiera ganado muy rápido, pero Antonella tenía mi lealtad, por antigüedad. Luego de ese par de semanas deprimido, sentí nostalgia de vez en cuando. Lo interesante es que 5 o 6 años después, sigue de enamorada con Rodrigo. Eso no significa que me equivoqué, significa que es una idiota. Cinco años después aún no se da cuenta. Lo curioso del asunto es que hace unos meses me volvió a agregar al Messenger y empezó a hablarme. La muy idiota cree que después de sus errores, después del daño que me hizo puede venir a hablarme como si nada nunca hubiera pasado, incluso me llama de la forma que me solía llamar, un apodo que me puso y que solo ella usa. Tienen mi permiso para reírse, “loquillo” es el apodo. Si, es absolutamente ridículo, pero cuando necesitas de alguien, simplemente dejas de fijarte en esas cosas.
Jennifer hizo prácticamente lo mismo, aunque ella afirma que era porque tenía insomnio, era de madrugada y no tenía nada mejor que hacer. Terminé descubriendo que no tenía la más mínima idea del daño que causó el episodio. Lo triste del asunto es que, si yo la hubiera podido “leer” y me hubiera dado cuenta de que estaba actuando tal como yo había planeado que actúe, (relación causa-consecuencia) en el momento exacto que debía, la segunda parte del episodio se hubiera evitado y yo me hubiera ahorrado 3 años de depresión, ella se hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza y Vanessa se hubiera ahorrado algo que pues, no estoy seguro que sea. Claro, yo también tengo culpa, es más grande que la de ella y por bastante, (como 99.99% mía y 0.005% de ella) sin mencionar claro que los dos teníamos sentimientos que nublaban nuestra visión del asunto. Llámense estos amor, ira, rabia, lo que fuese. Si bien el problema no empezó por algo que ella hizo y por ende no era tan obvio el daño que causó el asunto, yo diría que escribirle correos periódicos diciéndole lo que había pensado sobre el tema y mis conclusiones, es un letrero bastante grande.
Lo crítico de esto es que estos 2 casos representan al grueso de las personas. Para la mayoría, el universo gira alrededor de sí mismos y casi nunca piensan en los demás, salvo que se trate de personas cercanas a ellas. Se me ocurre una palabra: NEGLIGENCIA. De nuevo, la Real Academia de la Lengua Española ilumina a los ignorantes:
negligencia.
(Del lat. negligentĭa).
1. f. Descuido, falta de cuidado.
2. f. Falta de aplicación.

Lección 2: Toca tierra, entérate de lo que eres

Ahora bien, quisiera citar a Ben Parker, personaje de “Spider-man”. Él nos enseña que: “con un gran poder, viene una gran responsabilidad”. Yo me pregunto ¿por qué las personas olvidan que somos súper héroes? Acepto que esto puede y definitivamente suena, absolutamente ridículo, pero lo cierto es que lo somos, a pesar de no poder volar por los aires, saltar grandes distancias, ni mover enormes pesos. Esperen, si podemos hacer eso. Volamos gracias a aviones y artefactos que inventamos, podemos saltar grandes distancias con una garrocha o un trampolín, objetos que también son invenciones humana y podemos mover grandes pesos por medio de poleas, sogas y grúas, objetos que la humanidad inventó. Un súper héroe o súper villano tiene, obviamente, súper poderes. Los nuestros no radican en nuestra capacidad física, sino en la mental. De todas las criaturas vivas en este planeta somos los más inteligentes, somos los que más impacto hemos causado en nuestro planeta en 200 000 años que cualquier otra en 200 millones de años. Ser un ser humano no es un derecho, es un PRIVILEGIO. Como tal, tenemos una obligación, una obligación con nosotros mismos, con nuestra especie, con nuestro mundo y con todas las criaturas que lo habitan. Tenemos un deber de ser mejores. Para eso es necesario analizar lo que hemos vivido y aprender todo lo que podamos de eso.
Alguien me dijo, hace pocas semanas, algo que prendió mi chispa de inspiración. Sin embargo, el contexto es importante. Esta persona me llamó un “cyber” y mi respuesta, ante mi ignorancia fue: “qué coño será un cyber”. Fue ahí cuando me puso lo siguiente:


“averigua.. analisa... desperdicia tu tiempo... eres bueno en esoo my lovee. tengo tarea cdt chauu... solo t hablaba para ese favor. pero fue. me da lo mismo byee”

Bueno, lamentablemente es el “pensamiento” de muchas personas que conozco. Lo pongo entre comillas porque en realidad no se le puede siquiera considerar como un ápice de pensamiento. Considero que es importante analizar esto.
Una palabra que no se puede separar de analizar, es curiosidad. Las personas analizan e investigan porque tienen curiosidad. ¿Qué sería del mundo si alguien no se hubiera preguntado por qué nos enfermamos? Bueno, en ese caso probablemente yo estaría muerto. La tifoidea que sufrí en 5to de primaria probablemente me habría matado, pues no habría antibióticos. Mi madre estaría muerta o moribunda, el cáncer que sufrió hace 2 o 3 años nunca hubiera sido detectado y por supuesto, olvídense de la quimioterapia o radioterapia.
La curiosidad es simplemente genial. Dicen que la necesidad es la madre de la inventiva, y en la mayoría de los casos lo es, pero la curiosidad llena los espacios que la necesidad no cubrió. Galileo no tuvo una necesidad de estudiar las estrellas, fue su curiosidad la que lo llevó a hacerlo. Alexander Fleming no tuvo la necesidad de investigar por qué había espacios sin bacterias en su disco de petri, lo hizo por pura curiosidad, y terminó descubriendo la Penicilina, el primer antibiótico. La curiosidad genera siempre investigación, la investigación genera resultados y los resultados deberían generar análisis. Científicamente siempre lo hacen, en el día a día de las personas, no. Supongo que debería agradecerle a la evolución esto, pues gracias a eso los psicólogos clínicos tienen trabajo.

Lección 3: El otro existe

Las personas deberían aprender que el universo no gira en torno a si mismos. Toda acción que involucre a otro (pollo o carne en el McDonalds no va a hacer diferencia) afecta de alguna manera a otros. Muchos dirán “no, yo no soy egocéntrico ni egoísta, yo si pienso en los demás”. Bueno idiota, ¿Cuándo fue la última vez que te preocuparon las consecuencias de tus acciones? o, ¿cuándo fue la última vez que buscaste entender a una persona que te hizo algún tipo de daño? Esto se puede ver a diario en prácticamente todos lados. Es una falta de respeto por los demás que resulta realmente alarmante para una raza supuestamente tan evolucionada como el ser humano. Desde las cosas más pequeñas a las más grandes. Desde cosas tan prácticamente insignificantes como saltarse gente en una fila (o “colarse” para los peruanos), hasta cosas tan graves como porque un chico o una chica le sacó la vuelta a su enamorado o enamorada, o por qué un matrimonio acabo en divorcio pasando por los problemas entre amigos.

Lección 4: Ve más allá de lo evidente

Por poner un ejemplo del tope de mi cabeza, hace algún tiempo fui a jugar fútbol con varios amigos. Uno de ellos estaba hablando por celular con su “ex”. Oficialmente, es “nos estamos dando un tiempo”. El asunto es que la chica le hizo creer a mi amigo que había agarrado (darse un beso) con otro chico 2 días después de la ruptura y sin haber hablado sobre el tema. Mi amigo lo único a lo que atinaba a preguntar era “¿Cómo pudiste hacerme eso?” y lo cierto es que esa misma línea la he visto desde en las telenovelas que ve mi madre, hasta amigos míos. Yo pregunto, ¿No era acaso mejor preguntar por qué y tratar de ver por qué lo hizo? Ciertamente lo era, pero nadie lo hace. Pero claro, esto sin tomar en cuenta algo que muchas personas pasan por alto, que todo el mundo miente y nadie, por muy Benedicto XVI que sea, está exento de esa regla. Muchas veces se pueden evitar problemas mayores si se hace un análisis de los motivos del otro, pues es otra regla básica de la condición humana que todo lo que hacemos está dictado por el motivo. ¿Acaso lo hizo porque se sentía destrozada por la ruptura y buscó olvidarlo de una forma poco ortodoxa? Aceptémoslo, la clásica consecuencia de enterarse de algo así es beber alcohol hasta la inconsciencia. ¿Está acaso mintiendo sólo por algún motivo retorcido? Pero hay que indagar más aún en el tema, ¿Qué la llevó a romper con mi amigo? ¿Fueron acaso problemas familiares? Todo en nuestras vidas y en las vidas de los demás está ligado entre sí. Lo que pase en tu vida familiar o amorosa y la forma que estos hechos te afecten te va a llevar a hacer esto o aquello, y por ende afectan el global de tu vida.
Vamos a poner otro ejemplo. Cualquiera que no haya leído la cadena entera de artículos sobre el tema con Jennifer, habría pensado “pero que salvaje este huevón” o “¿Cómo se le ocurre decirle eso?” o “que imbécil” o algo por el estilo. De una u otra forma, todos tendrán razón. Quizá quienes hayan leído la serie entera de artículos habrían entendido un poco más y quizá su opinión no sería tan extremista.
Voy a hacer un paréntesis para contar otro caso que me va a llevar directo al punto. Una amiga me contó que su enamorado puso fin a la relación que tenían. Ella sigue enamorada de él y todo esto se debe a un mal entendido. Luego que me contó esto yo le pregunte si él la había insultado. Ella me dijo que sí. Para su sorpresa, yo le dije que eso era algo bueno. En realidad, idiotas, lo es. ¿Por qué lo es? Porque si la insultó es porque está herido. A más fuerte el insulto, más herido se está. Mientras más herido se está, más grande el amor que siente por alguien. De pronto todo el asunto con Jennifer y los artículos y la severidad de estos cobra sentido ¿o no?
Existe la relación causa-consecuencia. En la vida diaria, la consecuencia será lo que alguien haga o diga. Ver la causa es lo importante.

Lección 5: Aprende de tus errores

Soy una persona que valora mucho más sus fracasos y errores que sus éxitos. Si alguien me preguntara por qué, daría la misma respuesta que Dr. House le dio a su psiquiatra en la serie: “Los éxitos sólo duran hasta que alguien los echa a perder, los fracasos son para siempre”. Nada más cierto.
Esto sin embargo, no quiere decir que nos lamentemos de por vida de nuestros errores, como seres humanos, tenemos el deber de ser mejores. Para ser mejores, hay que aprender de nuestros errores. Es por eso que yo analizo a fondo cada cosa que vivo que sale mal o que quiero que salga bien. En caso esa última no salga bien, analizo en dónde me equivoqué y aprendo de eso.
En varios artículos de este blog podrán ver mi análisis y mis conclusiones finales sobre cualquier tema que haya involucrado un fracaso. Algo que he aprendido con el tiempo es que cuando hay sentimientos de por medio, nuestra capacidad de juicio queda totalmente anulada. Es por eso que suelo hablar con personas, rebotar ideas. Cualquier cosa que me puedan decir, independientemente de lo idiota que pueda ser, puede despertar una idea en mí que sea una solución o una razón.

Eso es todo por hoy, pueden retirarse.

viernes, 16 de julio de 2010

Caso Cerrado

No me gusta dejar las cosas a medias. Acepto cuando me equivoco y si en esta ocasión negara que mi error fue una metida (hasta el fondo por cierto) de 4 patas con caída de cara incluida, sería un idiota.
Hoy, luego de conversaciones, aclaraciones y un análisis que bueno, no demandó mucha profundidad, descubrí que me equivoqué, y fue “con furia”, como se dice aquí. El punto es que cometí un error y para ser mejor persona, tengo que intentar enmendarlo y de paso aceptar que me equivoqué, pues tiene que ver con mi humildad y por ende con mi humanidad.
Hace 3 años cometí un error, uno bastante grande y yo creo que pagué un precio muy alto por mi error. Métanse esto en la cabeza, idiotas, cometes un error y pagas las consecuencias, así que cuidado donde pisan.
En ese entonces, por diversos errores mucho más pequeños, mandé a rodar a Jennifer y a Vanessa, como parte de un plan para desaparecer de su vida. Este plan traía una, llamémosla clausula, que quemaba los barcos, al fiel estilo de Hernán Cortez. Sepan que él hizo eso cuando estaba conquistando México y sus hombres quisieron abandonar la lucha y zarpar en los barcos de vuelta a no sé si España o Panamá o Cuba. Para lograr este fin, porque sabía que eventualmente me iba a arrepentir e iba a querer volver a sus vidas, tenía que hacer que me odien. Lo que hice para lograr eso, es irrelevante, lo que es relevante es que, al menos con Jennifer, funcionó.
Como lo predije, a los pocos meses me arrepentí y de nuevo, como lo predije, intenté volver a sus vidas. Siempre he dicho que cuando hay sentimientos de por medio, la visión que tenemos sobre los hechos en nuestras vidas es totalmente borrosa y puede llevar a un tipo metafórico de alucinación. El punto es que yo nunca vi que a Jennifer le afectó lo que le dije y no ví tampoco que lo que ella me decía era en realidad para vengarse. Me equivoqué, no vi la realidad y desaté la guerra. Lo que dije de ella, no lo voy a repetir y no lo busquen, porque como parte de la disculpa del caso pues los eliminé del blog. El asunto es que le dije de todo. Las peores cosas que se me pudieron ocurrir y, probablemente a ustedes también, se las dije.
Hoy puedo decir con total y absoluta certeza que me equivoqué. Ella no es una mala persona en absoluto, pero si, tiene su grado de idiotez en algunas cosas, pero hasta yo tengo cierto grado de idiotez en algunos campos. De hecho es una persona con una gran capacidad de perdonar (yo no me hubiera perdonado). Digna de todo respeto y admiración.
He tenido mucho tiempo para pensar en este asunto y para ser honesto, le he dado más vueltas que a una ruleta. Hice una lista de errores, míos, de Vanessa y de Jennifer, pero conforme pasó el tiempo y se fueron descubriendo cosas y me fui enterando de la verdad del asunto, bueno la lista de Vanessa se redujo a 1, la de Jennifer a 0 y la mía es la enorme, tanto así que ya perdí la cuenta. Dadas las circunstancias, Jennifer no se equivocó en nada. Vanessa tuvo un error de omisión. Cuando hay un tigre o un león en tu patio haciendo destrozos, pues no lo dejas hacer lo que le dé la gana, buscas una forma y lo detienes.
Con respecto a mí, pues cometí un error de principiante, no vi que lo que ella me decía era en venganza o en defensa, como sea que se quiera mirar. Eso me llevó a desatar una “guerra” que nunca debí declarar y que nunca debí pelear. Insulté y le dije de todo a quien no solo no se lo merecía, sino que solo actuaba como en mi estúpido plan yo quería que actúe. Dejé de considerar cosas y cometí un error tras otro.
De nuevo, pido todas las disculpas del caso, mi error fue enorme, probablemente el peor que he cometido hasta ahora, pero definitivamente es por el cual he pagado el más alto precio.

Quiero concluir citando a mi pseudo doctor favorito:

“El dolor nos hace tomar malas decisiones, tanto el dolor como el miedo son excelentes motivadores”- Gregory House

Hay dos tipos de dolor, el físico y el psicológico. Para mí el segundo es el peor.


Caso Cerrado