viernes, 16 de julio de 2010

Caso Cerrado

No me gusta dejar las cosas a medias. Acepto cuando me equivoco y si en esta ocasión negara que mi error fue una metida (hasta el fondo por cierto) de 4 patas con caída de cara incluida, sería un idiota.
Hoy, luego de conversaciones, aclaraciones y un análisis que bueno, no demandó mucha profundidad, descubrí que me equivoqué, y fue “con furia”, como se dice aquí. El punto es que cometí un error y para ser mejor persona, tengo que intentar enmendarlo y de paso aceptar que me equivoqué, pues tiene que ver con mi humildad y por ende con mi humanidad.
Hace 3 años cometí un error, uno bastante grande y yo creo que pagué un precio muy alto por mi error. Métanse esto en la cabeza, idiotas, cometes un error y pagas las consecuencias, así que cuidado donde pisan.
En ese entonces, por diversos errores mucho más pequeños, mandé a rodar a Jennifer y a Vanessa, como parte de un plan para desaparecer de su vida. Este plan traía una, llamémosla clausula, que quemaba los barcos, al fiel estilo de Hernán Cortez. Sepan que él hizo eso cuando estaba conquistando México y sus hombres quisieron abandonar la lucha y zarpar en los barcos de vuelta a no sé si España o Panamá o Cuba. Para lograr este fin, porque sabía que eventualmente me iba a arrepentir e iba a querer volver a sus vidas, tenía que hacer que me odien. Lo que hice para lograr eso, es irrelevante, lo que es relevante es que, al menos con Jennifer, funcionó.
Como lo predije, a los pocos meses me arrepentí y de nuevo, como lo predije, intenté volver a sus vidas. Siempre he dicho que cuando hay sentimientos de por medio, la visión que tenemos sobre los hechos en nuestras vidas es totalmente borrosa y puede llevar a un tipo metafórico de alucinación. El punto es que yo nunca vi que a Jennifer le afectó lo que le dije y no ví tampoco que lo que ella me decía era en realidad para vengarse. Me equivoqué, no vi la realidad y desaté la guerra. Lo que dije de ella, no lo voy a repetir y no lo busquen, porque como parte de la disculpa del caso pues los eliminé del blog. El asunto es que le dije de todo. Las peores cosas que se me pudieron ocurrir y, probablemente a ustedes también, se las dije.
Hoy puedo decir con total y absoluta certeza que me equivoqué. Ella no es una mala persona en absoluto, pero si, tiene su grado de idiotez en algunas cosas, pero hasta yo tengo cierto grado de idiotez en algunos campos. De hecho es una persona con una gran capacidad de perdonar (yo no me hubiera perdonado). Digna de todo respeto y admiración.
He tenido mucho tiempo para pensar en este asunto y para ser honesto, le he dado más vueltas que a una ruleta. Hice una lista de errores, míos, de Vanessa y de Jennifer, pero conforme pasó el tiempo y se fueron descubriendo cosas y me fui enterando de la verdad del asunto, bueno la lista de Vanessa se redujo a 1, la de Jennifer a 0 y la mía es la enorme, tanto así que ya perdí la cuenta. Dadas las circunstancias, Jennifer no se equivocó en nada. Vanessa tuvo un error de omisión. Cuando hay un tigre o un león en tu patio haciendo destrozos, pues no lo dejas hacer lo que le dé la gana, buscas una forma y lo detienes.
Con respecto a mí, pues cometí un error de principiante, no vi que lo que ella me decía era en venganza o en defensa, como sea que se quiera mirar. Eso me llevó a desatar una “guerra” que nunca debí declarar y que nunca debí pelear. Insulté y le dije de todo a quien no solo no se lo merecía, sino que solo actuaba como en mi estúpido plan yo quería que actúe. Dejé de considerar cosas y cometí un error tras otro.
De nuevo, pido todas las disculpas del caso, mi error fue enorme, probablemente el peor que he cometido hasta ahora, pero definitivamente es por el cual he pagado el más alto precio.

Quiero concluir citando a mi pseudo doctor favorito:

“El dolor nos hace tomar malas decisiones, tanto el dolor como el miedo son excelentes motivadores”- Gregory House

Hay dos tipos de dolor, el físico y el psicológico. Para mí el segundo es el peor.


Caso Cerrado

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