domingo, 14 de junio de 2009

Inteligencia inherente

Desde hace mucho tiempo, sé que los seres humanos tienen una necesidad de reproducirse. Esto se manifiesta a través de hormonas e instinto, que nos “empujan” a tener relaciones sexuales. Claro que, la naturaleza jamás contempló la invención de condones o pastillas anticonceptivas.
Un día, por motivos que desconozco, me puse a pensar en esto. Este hecho se puede explicar por millones de años de evolución del hombre y otros tantos millones de años de evolución de nuestros ancestros primates. A su vez, esto se puede explicar por los predadores y otros ancestros. Pero entonces, ¿qué explica la necesidad de reproducción en animales que no tienen predadores? Hay muchas zonas de nuestro cerebro que desconocemos. Nuestro cerebro es básicamente más pisos construidos sobre una casa. Poseemos las estructuras cerebrales de animales como el caballo y los chimpancés, pero nuestro cerebro posee estructuras que los de esos animales no.
El cerebro humano es muy inteligente. Hemos inventado una variedad infinita de cosas, hemos llegado a la luna y estamos a punto de ser capaces de modificar nuestro propio código genético. Si no me equivoco, la parte de nuestro cerebro que nos impulsa a reproducirnos es una de las estructuras que compartimos con otros animales, por lo que se podría explicar la necesidad de reproducción en animales que no tienen predadores, o bien, los predadores actuales son descendencia de animales que si los tuvieron. Sin embargo, retrocedamos aún más, miles de millones de años en la historia del universo y vayamos al origen mismo de la vida.
Es lógico pensar, ya que en la tierra el origen de la vida fue por organismos unicelulares, que en el caso del origen de la vida en el universo fue el mismo. Ahora bien, ¿Cómo sabía esa primera célula de vida que se debía reproducir? Obviamente, de no haberlo hecho, no habría vida en el universo. ¿No denota acaso ese conocimiento inteligencia?
Quizá no. Se me ocurre otra posibilidad, el ADN. Digamos que estamos genéticamente programados para morir. En ese caso, tendría que haber habído un gen que hubiera causado la necesidad de reproducción de esa primera célula, o yo no estaría escribiendo este artículo. Pero hay otro posible motivo.
Hay otra cosa en que pensar y acá es donde entramos un poco más en el hecho científico que en su tiempo fue la teoría de la evolución de Darwing. La naturaleza está en perfecto balance en materia de predadores y presas, o lo estaba hasta que llegamos nosotros y empezamos a movilizar especies por todo el planeta. Una especie predadora nativa es incapaz de causar la extinción de una especie nativa por si sola. Los predadores “importados” son otra historia, como por ejemplo el gato salvaje en Australia. ¿Por qué evolucionan las especies? Porque cada tanto nace un sujeto con una mutación genética que le permite una ventaja a él y a su descendencia, que otros de su especie no poseen. Eventualmente, la especie original va desapareciendo, pues la mutación tiene más probabilidades de supervivencia, lo que causa que los predadores se enfoquen en la que no tiene esta nueva característica pues son más fáciles de cazar. La especie original entonces se extingue y nace una nueva.
Que quede claro que no he leído el libro de la “teoría” (lo pongo entre comillas pues es ahora un hecho científico probado) de la evolución de Darwing, pero me parece que quizá Darwing no haya considerado otro factor en la extinción de las especies: Los cambios climáticos y los desastres naturales.
Durante la existencia del planeta, los continentes se han ido moviendo, desde su posición original hasta la actual, lo cual ha originado cambios climáticos. Las especies capaces de adaptarse a estos cambios sobrevivieron, mientras las otras se extinguieron. De la misma forma, desastres naturales como erupciones volcánicas masivas, (como el super-volcán de Yellowstone en los Estados Unidos de Norteamérica), grandes erupciones y hasta elementos del espacio exterior (como cometas y asteroides) han determinado el futuro de muchas especies.
Entonces, si volvemos a la primera célula de vida en el universo, todas las opciones posibles para su reproducción denotan inteligencia. En primer lugar, tenemos conocimiento de su propia mortalidad. En segundo lugar, se podría considerar conocimiento de las probabilidades de mutación. Podríamos considerar incluso conocimiento del cambio climático y desastres naturales y la necesidad de mutación para sobrevivir.
Es muy posible que la primera célula en si haya tenido poco o nada de conocimiento sobre el mundo que la rodeaba e incluso todas las posibilidades expuestas anteriormente en este artículo. Sin embargo, hay una posibilidad que no podemos ignorar: inteligencia genética. ¿Qué tal si nuestros genes son inteligentes? De haber sucedido todas esas posibilidades, la conclusión obvia sería que si, son inteligentes.
Estoy conciente que en el mejor de los casos, si se encuentra la respuesta a este enigma durante mi tiempo de vida, será dentro de unos 20 años y eso si se es en extremo optimista. ¿No cambiaría acaso nuestra percepción del mundo si descubrimos que los genes son en realidad inteligentes? Supondría que toda criatura viva, e incluso muerta (pues muchas células mueren después que el animal o planta muere) son seres inteligentes. De pronto ya no seríamos la única especie inteligente conocida por nosotros ¿o si?

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