domingo, 24 de enero de 2010

De tragedia a milagro

Algunas veces, a algunas personas les toca vivir un episodio muy difícil. Sin embargo, por muy difícil que este pueda parecer, no lo es en lo más mínimo, pero si trae consigo una gran responsabilidad y una gran posibilidad de realizar un milagro. Un milagro no es algo hecho por un ser sobrenatural, es un acto realizado por una persona común y corriente, como ustedes o como yo. No es un acto totalmente imposible como transformar agua en vino, curar enfermedades que para la medicina contemporánea no tienen cura o resucitar a los muertos. Un milagro es tomar la decisión correcta y realizarla ante toda adversidad posible. Dicen que dar vida es un milagro exclusivo de un ser sobrenatural y todopoderoso, pero lo que la mayoría ignora es que nosotros tenemos ese poder en nosotros. Es muy simple, solo hay que decir una de 2 palabras milagrosas “si” o “hágalo”.
Hay muchas personas que batallan por sus vidas todos los días. No se trata de soldados en Irak o Afganistán, ni de los sobrevivientes de un desastre natural como el terremoto en Haití. Estas personas no están confinadas a una región específica, están alrededor del mundo. Son hombres, mujeres, niños y niñas. Todos ellos tienen algo en común, necesitan un órgano para seguir viviendo.
Si bien no recuerdo bien la fecha, me parece que el año pasado, leí ya sea en Correo o Perú21, ambos diarios que se compran diariamente en mi casa, que en el 2009 se reportaron unos 15 casos de muerte cerebral. Si mal no recuerdo también, me parece que se decía que 12 personas podían ser salvadas por cada paciente con muerte cerebral, aunque podría ser que me falle la memoria y que en realidad los casos sean 12 y 15 las personas que se pueden salvar por cada uno. En realidad me parecería idiota si quien escribió ese artículo hubiera incluido en esa cifra a las personas cuya calidad de vida se puede mejorar también. Una córnea no es vital para seguir viviendo pero hay transplantes de córnea entre, me imagino, muchos otros.
Asumamos que fueron 15 personas con muerte cerebral y 12 personas que se pueden salvar por cada una. Un poco de matemática básica, (15*10) + (15*2) daría como resultado 180 vidas salvadas. Lamentablemente, cortesía de la imbecilidad de algunas personas, (decir idiota es muy poco) 180 personas en lista de espera, tuvieron que seguir esperando por el órgano que les salve la vida. Lo peor del asunto es que en muchos de estos casos, estas personas con muerte cerebral eran, al igual que yo, donantes de órganos pero fueron los imbéciles de sus familiares los que quizá asesinaron a una o dos decenas de esas 180 personas. Algunas personas no tienen siquiera la suerte de tener unos meses de vida sin un órgano en particular. Una persona con un hígado muerto, (es decir la mitad o más de sus células del hígado o hepatocitos muertos) tendrá alrededor de unas 24 horas de vida.
Según la biblia, Jesús de Nazaret, Cristo para los cristianos y un profeta importantísimo para judíos y musulmanes, dice “Amad al prójimo como a ustedes mismos”. Aunque esto suene realmente ridículo e idiota, muchas de las religiones cristianas se oponen a la donación de órganos. No conforme con eso, el quinto mandamiento de tanto judíos como cristianos (quizá los musulmanes también tengan mandamientos, no lo sé) dice “No matarás”. Cuando una persona toma un cuchillo, una pistola o una soga y asesina a otra, le niega la posibilidad de vivir. ¿Hay acaso una diferencia entre eso y evitar que una persona reciba un órgano que se salvará la vida? No la hay, en ambos casos le niegas al otro la posibilidad de vivir.
Peor aún que una persona que se opone por motivos religiosos a donar uno o más órganos, es una persona que se niega por convicciones e ideas propias y terriblemente idiotas a hacerlo. Aceptémoslo, la religión es una lavada de cerebro increíble. Los padres le lavan el cerebro a sus hijos y los obligan a creer en un dios y en una forma específica de adorarlo aprovechándose de la condición de semi-dioses que poseen ante los ojos de sus hijos y estos a su vez lo hacen con los propios y la cadena continúa. Por cierto, los padres dejan de tener la condición de semi- dioses ante los ojos de sus hijos cuando estos alcanzan la pubertad. En algunos casos, algunas personas desarrollan inteligencia y no dejan que se les lave el cerebro, pero bueno eso es otro tema.
En mis 23 años de vida me he topado con las razones más absurdas e idiotas posibles por las cuales no se quiere donar órganos. Algunas son tan absurdas e idiotas que parece que un cavernícola tuvo esas ideas.
Alguna vez oí a mi hermano decir “yo quiero que me entierren entero”. Está bien, mi hermano nunca se ha caracterizado por ser un deslumbre de inteligencia, quizá si para molestar, hacer bromas o resaltar lo obvio, pero si esta idea está hasta el día de hoy en su mente, me daría vergüenza compartir algunos genes con él. Esa, me parece, es una idea del antiguo Egipto, donde los egipcios pensaban que iban a necesitar sus órganos en “la siguiente vida”. Hoy en día, que el reciclaje está tan de moda con todo este asunto del calentamiento global y la necesidad de ahorrar energía, ¿por qué no reciclar los órganos? Como que el asunto es un poco complicado ¿no? O le niego la posibilidad de vivir a alguien basándome en una idea ridícula y dejo que mis órganos se pudran o le doy a alguien el regalo más maravilloso que una persona le puede dar a otra, le regalo vida.
“No debes ponerte como donante en tu D.N.I porque si no te dejan morir para sacarte los órganos”. Tengo tantos lados por donde rajar de esta cosa (no se le puede llamar idea y si esto empezó como una idea real y no una broma, la raza humana está TAN condenada) que en verdad no sé por donde empezar. Algunos términos y frases me vienen a la mente, tales como: ética, respeto a la vida, juramento hipocrático, moral y asesinato.
El juramento hipocrático es uno que toman todos los médicos y que en esencia dice (no sé que dice exactamente) “no haré daño”. El Perú nunca ha sido un ejemplo de ética y valores (títulos universitarios, D.N.I, licencias de conducir, visas y en esencia cualquier documento se puede conseguir a 10 soles en el jirón Azángaro en el centro de Lima) y es cierto también que en algún momento y muy probablemente hasta el día de hoy existan mafias que roban órganos de muertos, pero obviamente sacarle los órganos a alguien vivo demanda mucho más papeleo.
No me imagino alguien de 18 años o más, que viva en la civilización y no en una tribu perdida del Amazonas, que nunca haya pisado una sala de emergencias. Oh sorpresa, es ahí donde se llega cuando uno tiene un accidente que pone en riesgo tu vida. Las urgencias no ponen en riesgo tu vida por lo que nadie te puede dejar morir. En estas salas hay no uno, sino varios médicos. Hay médicos residentes, enfermeras, doctores especialistas a veces (cuando son llamados), probablemente dos o tres internos o alumnos que hacen su externado (poner “externos” sonaría raro), pacientes (en el Perú es común que las salas de emergencias y de urgencias estén combinadas) y familiares de estos. En el caso de una persona con peligro inminente de muerte, es tratado por un grupo de unas 5 personas entre doctores y enfermeras. No olvidemos claro que los paramédicos de la ambulancia hicieron todo lo posible por salvar tu vida. Ahora bien, es lógico y razonable pensar que es muy improbable, si no es que imposible, que los 5 carezcan totalmente de ética y de respeto por la vida humana como para dejarte morir con el fin de sacarte los órganos. Cuando una persona muere en un hospital, no es necesaria una autopsia. Sé que en EE.UU si es necesaria en caso de muerte por motivo desconocido (con consentimiento de los familiares) y en casos de muerte sospechosa, como cuando uno entra por algo como una fractura en la pierna y sale muerto. Espero que sea igual en Perú, pero no estoy seguro.
No olvidemos que los parientes solían (felizmente en diciembre se aprobó un proyecto de ley para evitar esto) tener la potestad de cagarse en la voluntad del difunto, es decir podían decidir no donar los órganos del fallecido a pesar que este estuviera registrado como donante en su documento nacional de identidad (D.N.I).
Sobre los motivos religiosos, que también los hay, no sé que clase de idiota líder de alguna religión o fundador de esta, puede salir con esa idea retrograda de que dios no quiere que le salvemos la vida a alguien. Donar un órgano es salvar una vida, es dar el regalo de la vida. Si donar un órgano no está permitido en esa religión, bueno entonces que no sean hipócritas y que no llamen a los bomberos cuando su casa se esté quemando o a una ambulancia cuando alguno se esté muriendo. No interesa desde que lado lo quieran ver, NO HAY DIFERENCIA.
Los motivos de este artículo son tanto protestar como crear conciencia sobre la importancia de la donación de órganos. Yo estoy registrado como donador de órganos y dejé instrucciones precisas de que cuando muera se done todo lo utilizable (obviamente no voy a donar el corazón si fallecí de un ataque cardiaco). Había pensado también en dejar documentos con mi firma a varias personas dejando explícito mi deseo de donar mis órganos, pero en vista de la nueva ley ya no es necesario.
No esperen un milagro, realicen uno. Coloquen que quieren ser donadores en sus D.N.I (no esperen a que haya que renovarlo para hacerlo porque mañana los puede chancar un camión) y denle a alguien el regalo más maravilloso que una persona le puede dar a otra, regálenle la vida. Las únicas 2 excusas validas para no donar órganos son que lo necesitan para vivir o que sea una falla en este (o estos) la causa de su muerte. Si les toca decidir sobre los órganos de un difunto, donen todo lo que sea utilizable. Conviertan la tragedia de la muerte en el milagro de la vida.

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